domingo, 3 de abril de 2016

confesión

Me encuentro sentada donde normalmente solíamos entregarnos el uno al otro, hoy te fuiste de mi pero no sin antes amarnos ferozmente. Me descuartizaste con tus manos para enterrarme en un suelo de rosas rojas, mi alma se siente conjugada a la tuya, casi como si se conociesen desde hace años.
Tú mi caballero de armadura oxidada, llegaste a tierras nunca antes colonizadas casi inexistentes para mi, pero me temo que pese al cariño, cálido, tímido y sincero que sentimos hoy decido dejarte.
Quiero que tu alma llegue a tocar las estrella u el mismo cinturón de Orion, te quiero libre, lleno de vida corriendo fugazmente por la vida, libre de toda culpa, suplicio o miseria que la misma te puede dar. Quiero que no te bañes, que no uses desodorante, deja de intentar ser lindo para las personas y se lindo para ti, entrégale a la vida lo que tu eres y al carajo a quien no le gustes.
Te amo, eternamente recordaré tus pecas o el lunar tosco de tu trasero el cual nunca mencionaré con nadie, pero somos muy buenos para nosotros mismos, no eres tú y mucho menos yo, no es nadie.
Te amo pero no me quiero permitir acabar mi vida así, aún somos muy jóvenes para este amor tan real, debemos seguir conociendo y amando, si un día vuelves quizás estemos juntos hasta la muerte o sólo lo que dura un café, no nacimos para buscarnos uno al otro si no que para vivir hasta donde más se pueda y así por azares de la vida nos elegimos entre un mar de gente simplona y  reglas.
No me intento despedir ni amortiguar tu caída, quiero que tu alma se calme y entienda mis razones de apartarme de su camino, no es eterno, solo momentáneo; no espero olvidarme de ti mucho menos que tu me olvides a mi, pero quiero profundamente que nuestros caminos se junten solo que en otras instancias.


Carta abierta a un corazón ilusionado

No hay comentarios:

Publicar un comentario