Y siempre quedo sola; tus manos, tu cuerpo, tus labios se alejaban y llegaba a mi la tempestad.
No importa el nada, todo es irrelevante si lo vuelves importante ya que todos pueden ocuparse de todo, pero solo tu podías ocuparte de esto. Solo tus mejillas calmaban mis lágrimas y tus manos se regocijaban en mi cabello como si fuera la más sedosa de todas las cabelleras.
Pasamos tardes mirando el atardecer y muchas otras observándolo, eramos divinos nadie nos podía aniquilar y de vez en cuando bajábamos a este infierno para sentirnos "personas". El destino no existía para nosotros, nosotros lo inventábamos; Eramos el Adan y Eva modernos él se dejó seducir por mis curvas y fui yo quien cayo en el juego de la serpiente.
Cuanto hubiera dado ese cretino de Ernesto por tener lo nuestro, siempre deseándolo todo y poniendo a los demás contra nosotros, ese insolente y petulante Ernesto; lo mejor es que no se salio con la suya.
Me gustaría un beso, el ultimo, la despedida y será el fin. Eres tan débil, tan frágil, me temo ser quien rompió tu corazón; temo ser quien volvió a alguien tan bueno en una roca, una hoja. Alguien en blanco, duro, frío, alguien como yo, alguien muerto.
No es una plegaría, tampoco una carta, es una declaración y con esto afirmo mi culpa contra los cargos que se me culpan, con esto pido ser renegada ante todo aquel que pronuncie mi ser y permitirme el no volver a sentir un amor tan sano, puro e inocente como el que yo sentí en algún momento por él, allá a lo lejos; unas tardes atrás cuando el mundo no conocía de mi.
Mi nombre no importa y el de él mucho menos, ambos fuimos parte de la naturaleza haciendo lo que ella nos pedía. La retamos y nos jugo sucio pese a eso no pudo contra nosotros; fuimos nosotros.
Soy una niña, una revista e incluso una calculadora por otro lado estaba él, él era un niño, un libro o un cuaderno o quien sabe ninguna opción es erronea. Lo eramos todo y como los números hacen a las matemáticas él me hacía a mi. No hay libro sin portada o flor sin pétalos, no puede haber un yo sin él o un él con otras.
No importa el nada, todo es irrelevante si lo vuelves importante ya que todos pueden ocuparse de todo, pero solo tu podías ocuparte de esto. Solo tus mejillas calmaban mis lágrimas y tus manos se regocijaban en mi cabello como si fuera la más sedosa de todas las cabelleras.
Pasamos tardes mirando el atardecer y muchas otras observándolo, eramos divinos nadie nos podía aniquilar y de vez en cuando bajábamos a este infierno para sentirnos "personas". El destino no existía para nosotros, nosotros lo inventábamos; Eramos el Adan y Eva modernos él se dejó seducir por mis curvas y fui yo quien cayo en el juego de la serpiente.
Cuanto hubiera dado ese cretino de Ernesto por tener lo nuestro, siempre deseándolo todo y poniendo a los demás contra nosotros, ese insolente y petulante Ernesto; lo mejor es que no se salio con la suya.
Me gustaría un beso, el ultimo, la despedida y será el fin. Eres tan débil, tan frágil, me temo ser quien rompió tu corazón; temo ser quien volvió a alguien tan bueno en una roca, una hoja. Alguien en blanco, duro, frío, alguien como yo, alguien muerto.
No es una plegaría, tampoco una carta, es una declaración y con esto afirmo mi culpa contra los cargos que se me culpan, con esto pido ser renegada ante todo aquel que pronuncie mi ser y permitirme el no volver a sentir un amor tan sano, puro e inocente como el que yo sentí en algún momento por él, allá a lo lejos; unas tardes atrás cuando el mundo no conocía de mi.
Mi nombre no importa y el de él mucho menos, ambos fuimos parte de la naturaleza haciendo lo que ella nos pedía. La retamos y nos jugo sucio pese a eso no pudo contra nosotros; fuimos nosotros.
Soy una niña, una revista e incluso una calculadora por otro lado estaba él, él era un niño, un libro o un cuaderno o quien sabe ninguna opción es erronea. Lo eramos todo y como los números hacen a las matemáticas él me hacía a mi. No hay libro sin portada o flor sin pétalos, no puede haber un yo sin él o un él con otras.