La historia comenzaba así una tarde húmeda de invierno lejos de mi hogar, tenía bastante frío y mis palabras se volaron lentamente en el aire.
Nuestras miradas se encontraron tímidamente en la claridad de la noche mientras el roce del viento y smog de Santiago jugaba con nuestras manos. Tome fuertemente tu mano y te llevé conmigo desde ese día y no te eh vuelto a soltar, inútilmente nos dijimos adiós ese día claro que solo fue un adiós temporal.
Las caricias en una tarde de otoño se convirtieron en la manzana prohibida, las historias vividas en aquellos parques se las llevo el viento siendo a su vez nuestras memorias las infectadas con tales pecados.
Primero el roce de nuestras manos entre el abismo del espacio, le siguió la pequeña y dulce sonrisa entre dientes y por ultimo un beso un pequeño e insignificante beso. ¿Cuánto duró, cómo y dónde fue? solo el abismo lo sabía y como dicen solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes. Fue esa tomada de manos la que me excito, esa mirada la cual me sonrojo y aquel vacío, tibio e infinito beso el que me desnudó.
Fue entonces que noté que estaba perdida, la batalla había acabado y ya no quedaban oportunidades. Mi primer capitán se había vuelto loco y la nave estaba en llamas entre un mar rojo lleno de corazones.
Nuestras miradas se encontraron tímidamente en la claridad de la noche mientras el roce del viento y smog de Santiago jugaba con nuestras manos. Tome fuertemente tu mano y te llevé conmigo desde ese día y no te eh vuelto a soltar, inútilmente nos dijimos adiós ese día claro que solo fue un adiós temporal.
Las caricias en una tarde de otoño se convirtieron en la manzana prohibida, las historias vividas en aquellos parques se las llevo el viento siendo a su vez nuestras memorias las infectadas con tales pecados.
Primero el roce de nuestras manos entre el abismo del espacio, le siguió la pequeña y dulce sonrisa entre dientes y por ultimo un beso un pequeño e insignificante beso. ¿Cuánto duró, cómo y dónde fue? solo el abismo lo sabía y como dicen solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes. Fue esa tomada de manos la que me excito, esa mirada la cual me sonrojo y aquel vacío, tibio e infinito beso el que me desnudó.
Fue entonces que noté que estaba perdida, la batalla había acabado y ya no quedaban oportunidades. Mi primer capitán se había vuelto loco y la nave estaba en llamas entre un mar rojo lleno de corazones.