jueves, 17 de marzo de 2016

Fin

Erase una vez una niña, ingenua -bastante- frágil como el cristal pero marchita como las flores en invierno, con el corazón tan cálido como el sol, dichosa hasta de ver volar las mariposas. Perdida en la ciudad de las bestias, fría y desolada, con asesinos en cada esquina esperando su próxima victima.
Ansiosa como la primavera en invierno, dejó volar sus alas una noche de invierno pero las fuertes lluvias dañaron sus alas rompiéndose una y cayendo en la noche oscura olvidando el camino a casa.
Rodeada de demonios esta se disfrazó de bestia, la más salvaje y ruin que se encontraba en kilómetros a la redonda -claro sólo era un disfraz- así dispuesta a sobrevivir se dispuso a hacer lo necesario para volver a su hogar, pero en el camino solo se fue perdiendo de a poco alejándose inconscientemente de su casa

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